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EL FIN DEL PERIODISMO Y OTRAS BUENAS NOTICIAS. LOS NUEVOS MEDIOS SOCIALES DE COMUNICACIÓN: UNA HIPÓTESIS Y UNA GUÍA- RESEÑA Y FRAGMENTOSlavaca15 de junio de 2007lavaca es un medio social de comunicación creado en 2001. Las primeras crónicas que produjeron fueron enviadas por correo electrónico a una centena de direcciones de mail, tiempo después nació la página www.lavaca.org con contenidos anticopyright en donde, a través de crónicas y reportajes, se informa sobre experiencias sociales más allá de la lógica de las noticias. Como ellos mismos se definen, "lavaca es una cooperativa de trabajo creada en 2001 con el objetivo de generar herramientas, información, vínculos y saberes que potencien la autonomía de las personas y sus organizaciones sociales." En 2006 publicaron su tercer libro El fin del periodismo y otras buenas noticias, sobre el que relatan: "El fin del periodismo y otras buenas noticias es una hipótesis, y una guía. La hipótesis plantea de qué modo el capitalismo mediático está en crisis, mientras las transformaciones tecnológicas, sociales y políticas están generando universos de trabajo globales y en red, capaces de devolver un sentido a la idea de comunicación. Y la guía abarca a casi 200 de esas experiencias como casos testigo: radios, páginas de internet, periódicos, revistas. Movimientos sociales, artísticos, culturales y de derechos humanos. Diarios recuperados, medios territoriales o temáticos, cooperativas, agencias, foros, entre muchos otros. La historia de cada caso, su organización, el modo de conectarse. Cómo se definen a sí mismos, y cómo se plantan ante el presente y el futuro." A continuación, publicamos algunos fragmentos del capítulo "Lo alternativo". Para conseguir el libro o informarse sobre su contenido recomendamos visitar el sitio de lavaca LO ALTERNATIVO"El colectivo Radio Bronka, de Barcelona, plantea www.flickr.com/photos/daquellamanera el problema de la llamada contrainformación de la siguiente manera: 'No podemos seguir pensando en la contrainformación como lo hacíamos en los años setenta. No podemos centrar los esfuerzos de nuestros fanzines, libelos, radios -y mucho menos la utilización de Internet- con las premisas que se manejaban entonces. No son suficientes y en ocasiones se convierten hasta en un complemento necesario para la legitimación de las redes de información oficiales.' No es casual la mención a los setenta, punto central de la cultura contrainformativa de la cual se nutren muchos de los medios sociales de comunicación que rescataron de ese arcón viejas herramientas para enfrentar nuevas batallas. En Argentina, en especial, esto significa muchas cosas positivas y algunas negativas. Las positivas, fundamentalmente, están relacionadas con recuperar un diálogo interrumpido nada menos que por una brutal dictadura. El arquetipo de Rodolfo Walsh resume el espíritu al cual se aferraron, dos generaciones después, quienes salieron a contar esas verdades que los medios comerciales de comunicación acallaban." (...) "Hemos progresado. Difundir la verdad ya no cuesta ni sangre ni lágrimas. Pero sigue implicando sudor para eludir el facilismo de emplazar con consignas y adjetivos la información. Y aquí es donde está hoy el problema. La contrainformación es hija de otro mundo. Aquél donde la verdad podía oponerse a la mentira por la fuerza de la voluntad militante. Así estaba construida esa utopía y allí nacía su fuerza. Sin embargo, hoy 'ya no se trata del problema de la verdad o la falsedad, sólo disponemos de los datos de que disponemos y son los mismos para todos' resume Radio Bronca. Lo cual significa admitir que el voluntarismo no alcanza para acceder a información que está guardada bajo siete llaves y clasificada asimétricamente. La tarea actual parecería simplificarse. Se trata de elegir aquellas zonas de la realidad no iluminadas, u oscurecidas a sabiendas, de acuerdo a los que el poder necesita tanto atacar como defender. La pregunta es ¿iluminarlas para qué? ¿Para que las vea ese sujeto que llamamos opinión pública? En algunos casos, tal vez con eso alcance y conforme. Pero, sobre todo y fundamentalmente, para que puedan exponerse tal cual son y reconocerse entre sí y multiplicarse en su rica diversidad y generar diálogos, que surgirán si se estimulan los debates sobre los ejes que esos propios movimientos dictan porque su realidad los impone. Aun al costo de iluminar peleas que surgen a raíz de la batalla cotidiana por evitar las desfiguraciones, cooptaciones e indiscriminaciones, la comunicación estratégica no puede pensarse hoy de "abajo hacia arriba", ni de la periferia hacia el centro, ni de la "sociedad civil" hacia las instituciones intermediarias, ni siquiera "contra" algo sobre lo cual hay que hacer fuerza para derribar, porque el solo hecho de hacerlo lo fortalece y restaura. La comunicación debe crear vínculos que fortalezcan las identidades que luchan por dejar de ser lo que otros quieren que sean. Hay cierta tensión disciplinadora que está presente en el deber ser de los medios alternativos o contrainformativos que no nace de sus preocupaciones sino de sus limitaciones. El colectivo brasileño La revolución no será televisada lo explicita así: "El problema no es el patrón, sino el padrón". El padrón es lo que Bauman llama diseño. Es decir, la cartografía mental que domina el ideal, la maqueta que está instalada en el imaginario individual y colectivo. La jaula. Una vez más Bauman recurre a las metafóricas ciudades de Calvino para recrear las trampas que tiende este mundo desquiciado. La ciudad metáfora en este caso se llama Aglaura, donde cada habitante está convencido de que vive en un lugar poblado de virtudes y defectos que ya no existen. No hay nada cierto en lo que los habitantes dicen de Aglaura, pero de tanto repetirlo han terminado forjando una ciudad sólida y compacta que sólo tiene consistencia en sus cabezas. 'El resultado es éste: la ciudad de la que se habla tiene mucho de lo que se necesita para existir, mientras que la ciudad que existe en su lugar existe menos.' Los habitantes de Aglaura han fijado en sus cabezas un diseño de ciudad que es más visible, consolador y comprensible que la propia realidad, y defienden esa ilusoria Aglaura que ya no existe construyéndola todos los días con el único material capaz de consolidar y resguardar esa ilusión: las palabras. Por eso Calvino exhala: 'Aglaura aprisiona las palabras y te obliga a repetir en lugar de decir'. En el caso concreto de un medio de comunicación la construcción de Aglaura incluye en su diseño mental una serie de elementos concretos que le dan verosimilitud al ensueño: eso que llamamos genéricamente redacción, noticia, columna de opinión, secciones y, sobre todo, las palabras con que construimos una visión de la realidad, sea ésta mejor, peor o diferente de la que construyen los medios comerciales de comunicación. El problema, entonces, no radica esencialmente en la forma de organización de la producción de un nuevo medio de comunicación ('el problema no es el patrón') sino de crear otro modelo de comunicación y luego organizarlo de la forma más conveniente a sus fines, objetivos y prácticas. Desde ese punto de vista, la oportunidad es fabulosa: es el momento de hacer todo, pero absolutamente todo, de nuevo. La pregunta es: ¿por qué conformarse con crear una alternativa si se puede soñar con crear un espacio propio y original? La pregunta es: ¿por qué dedicar energía a contrarrestar los efectos de la emisión monopólica si se puede crear muchas otras sintonías? En la palabra alternativa está escondida cierta limitación que suena a repetición. En la palabra contrainformación está determinado el campo de batalla al cual dirigimos nuestros esfuerzos. Es el diseño de un molde más chico que lo que quiere contener y menos ambicioso que aquellos que se necesita alcanzar. Es como si redujéramos nuestra oportunidad de creación actual a un menú único de opciones. No se trata ya de optar entre seguir o romper con determinadas reglas, ya que no hay un sólo grupo de reglas que deban obedecerse o romperse. La cuestión más bien consiste en comprender la complejidad del modelo actual de poder, que contempla diferentes grupos de reglas y diferentes autoridades que las predican. Y desobedecer a todas y cada una de ellas. Si aceptamos que el capitalismo es, fundamentalmente, un sistema de creación de identidades, el diseño de una nueva identidad es una tarea, pero también un problema que acompaña permanentemente su proceso de construcción. Necesita de una reflexión crítica constante, una lucha implacable para no ser tragado y vomitado. Fue el suizo Max Frisch quien definió la identidad como 'el rechazo de lo que los otros quieren que seas'. La pregunta, entonces, es: ¿Qué queremos ser? Nuestra hipótesis es que la categorización de 'medios alternativos' así como la llamada 'contrainformación' son ajenas o extranjeras, dicho esto no el sentido territorial, sino de una reflexión que no es propia de quienes han creado estas nuevas herramientas. Por falta de tiempo, por comodidad intelectual e incluso por moda -algo que, finalmente, otorga cierta pertenencia-, las nuevas formas de comunicación terminaron por conformarse con categorías forjadas en otros ámbitos y otros tiempos. Hijas de la exclusión, fueron finalmente incluidas en un universo teórico disciplinador, que desdibuja su potencial rebeldía y las arrodilla ante una etiqueta que delimita los escalones del poder, como en el categórico ejemplo de la Real Academia cuando menciona a la 'medicina alternativa'. 'Hoy hay identidades que estereotipan, pero muchas más que humillan y estigmatizan', nos advierte Bauman. Rechazar aquello que los otros quieren que seamos es la primera tarea de una nueva forma de comunicación. Elegir libre y creativamente desde qué lugar hablar, por qué y con quiénes es lo que define el porqué. Y aquí no hay posibilidad de viceversa. "El hogar natural de la identidad es un campo de batalla", sigue Bauman y con eso nos señala que no existe posibilidad de instalarse cómodamente en ninguna categoría hasta obtener un horizonte diferente que no se ciña a la lógica de inclusión/exclusión sino a otra, propia, distinta, nueva. Y si bien nada nuevo se puede describir con viejas palabras, no es necesario inventar otras para anunciarlas. Alcanza con eludir los lugares comunes, los adjetivos gastados, las consignas vacías y así, desnudos y livianos, elegir las propias hasta hacerlas nuestras. ¿Cómo hacerlo? Bauman nos dice: 'El problema no es qué se necesita para llegar al punto que se quiere alcanzar, sino cuáles son los puntos que se pueden alcanzar dados los recursos que ya tenemos en nuestro haber y cuáles merecen que uno se esfuerce para conseguirlos'. Pero nos advierte: 'Para poder atreverse a correr riesgos, para tener el valor que requiere elegir, ser necesita esa triple confianza: en uno mismo, en los demás y en la sociedad'. Comencemos entonces por darnos confianza. En su Tratado sobre la eficacia, Francois Jullien analiza dos diferentes concepciones sobre este tema: la occidental y la china. Y las analiza en el terreno de las estrategias, esencialmente en las del arte de la guerra. La cultura china parte de una concepción: 'se vence a un enemigo ya derrotado'. El combate es un resultado, pone de manifiesto una situación. Corona un proceso, no lo inicia: lo consagra. Es interesante que Jullien destaque que esta estrategia está basada 'en una empresa de información sistemática' capaz de evaluar, estimar, medir, sopesar y especular cuándo conviene entrar en combate abierto. 'La guerra deja entonces de ofrecer nada extraño o inseguro. Se ve reducida a la lógica de un proceso que, al evolucionar a partir de la simple interacción de los polos (opuestos y complementarios: los dos adversarios) se vuelve perfectamente coherente.' Semejante concepción es posible porque el punto de partida de toda esta cultura es una idea clave: la transformación. Aquello que es progresivo, acumulativo, persuasivo, imparable. También caracterizado por un uso del tiempo que desmiente la inmediatez. Un tiempo largo. La eficacia es hija de la duración. Y sólo dura aquello que tiene capacidad de crear. Porque crea, dura. Cuando Bauman o Roger Fidler nos hablan de la 'mediamorfosis' para describir el proceso de permanente transformación que han sufrido los medios de transporte de la información, están identificando el ADN que llevó a los medios comerciales de comunicación a transformarse en un factor de construcción de poder. Siguiendo esta lógica que describe su fenomenal capacidad de creación es posible pensar que el enemigo ya está mortalmente vencido porque el propio corpus de la comunicación mutó, guiado por su fenomenal instinto de supervivencia. Si el emisor se cree a salvo de semejante mutación es porque aun no comprendió que el cambio comenzó por el otro extremo del circuito, fatalmente ligado a él: las audiencias. Con las nuevas tecnologías a su favor, cualquiera puede actuar el tiempo que quiera, necesite o disponga de productor de comunicación. Esa capacidad será permanente o transitoria, de acuerdo a la necesidad o el deseo. Es una opción, de las tantas disponibles. Pero aun cuando regrese a su sillón de consumidor de información, ya no es el mismo. Tiene elementos para evaluar el producto que se le ofrece desde una perspectiva distinta. Así las cosas, cualquier proyecto de comunicación, por más disparatado que parezca, no implica ya ninguna posibilidad de derrota, siempre y cuando esté dispuesto a pensar críticamente todos los componentes de su fórmula. Está condenado a cambiarlas. Y de sus posibilidades de formular tantos cambios como sean necesarios dependerá ser parte de lo que aun no terminó de nacer o de aquellos que se resiste a morir." (...) "¿De qué sistema estamos hablando? El sistema de comunicación que permitió la consagración del capitalismo mediático tiene un diseño definido: un circuito clásico que parte del emisor, coloca en el medio al medio y en el final de la cadena, al receptor. La teoría de Mc Luhan intentó señalar qué transformación se había producido en eso que llamó 'la aldea cósmica o global'. Amplió los conceptos comprendidos en el diseño del circuito y alertó cómo el medio se estaba convirtiendo en un centro con suficiente poder para modificar el curso y funcionamiento de las relaciones humanas. Esta teoría que coloca el eje en la tecnología (hija de su época y -por qué no- fiel representante de las concepciones que centran la disputa en el control de los medios de producción) es la que certeramente describió el problema en el cual estábamos atrapados. ¿De qué cambio, entonces, estamos hablando? En principio, del que nos enseña que todo problema tiene más de una solución. Si el circuito de la comunicación, tal como estaba planteado, es un elemento clave para la consagración de un poder vertical, autoritario y concentrado, una manera radical de confrontarlo es crear otro diseño, que contemple y sea capaz de albergar otra concepción de poder. Ese nuevo diseño es el que coloca en su centro al sujeto social y a su alrededor, como los rayos de un sol omnipresente, todas las herramientas de comunicación se convierten así en opciones y no en condiciones de la comunicación. El sujeto social se transforma, según nuestra hipótesis, en un medio de comunicación. El resto son formas que adquiere para transmitir su mensaje. Este sujeto social tiene, además, características diferentes a las tradicionalmente atribuidas a un medio de comunicación. Puede ser colectivo o individual, puede ser permanente o transitorio, puede ser emisor o receptor, puede ser local o global (y todas estas cosas al mismo tiempo); es decir que puede optar por constituirse como quiera y por el tiempo que quiera, porque la motivación que le da origen no es la construcción y sostén de un medio, sino de un mensaje." (...) "Para tomar visible una realidad cada vez más compleja no alcanza con verla. Es necesario sostener la mirada tanto como sea necesario. La solidez de la información de un medio de comunicación social está relacionada con el tiempo dedicado a acompañar el proceso de generación de nuevas formas de relaciones sociales."• Tomado de El fin del periodismo y otras buenas noticias. Buenos Aires. Lavaca Editora, 2006.
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